Al Vuelo/ Fifí
Por Pegaso
Regresando de mi vuelo vespertino me puse a ver algunos noticieros de televisión, cosa que no hacía desde varios días atrás y me sorprendió mucho el énfasis que están poniendo en todos los detalles que surgen de las acciones que impulsa el Pejidente López Obrador.
Da la impresión de que están observando con lupa… qué digo con lupa, con microscopio electrónico cada acto, cada palabra, cada gesto del mandatario para convertirlo en crítica.
La prensa fifí es muy obvia. Se nota qué es lo que se maneja como consigna y cuáles intereses están detrás de ella.
Fue primero el tema de la cancelación del nuevo aeropuerto lo que les caló hondo a los dueños del dinero que habían invertido ahí buena parte de su fortuna. Ya se estaban relamiendo los bigotes contando mentalmente las pantagruélicas ganancias que les brindaría el NAIM, a lo largo de las siguientes décadas.
Luego vino el «huachicolazo», el despido de aviadores de las dependencias federales, la reducción al sueldo de los ministros, la Guardia Nacional, lo de Oldebranch, el recorte a las estancias infantiles, la corrupción en la Comisión Federal de Electricidad y ahora, la evasión de impuestos al SAT.
Son temas muy sensibles que afectan hasta la médula a los dueños del dinero en el país.
Por eso utilizan a la prensa fifí para golpearlo. Basta ver los encabezados diarios para conocer los intereses ocultos que los animan.
Ayer, en la edición nocturna del noticiero nacional de Milenio, por ejemplo, lanzaron una bizarra crítica porque muchos de los que van a Palacio Nacional acostumbraban estacionarse en doble fila, en pleno Zócalo. Tuvo que intervenir el Gobierno del Distrito Federal con sus grúas para quitarlos. Pero en una «tenaz y objetiva investigación», los reporteros de Milenio detectaron que ahora los vehículos se estacionaban en la calle de Moneda, que es semipeatonal. «Son funcionarios de MORENA»,-dijo la conductora del informativo, pero sólo enfocaron la puerta de una camioneta con el logotipo de la Secretaría de Salud. Los demás eran vehículos particulares que, me imagino, son de reporteros y colados que van todas las mañanas a la rueda de prensa del Pejidente.
Y como ese ejemplo hay muchos. Prácticamente cada que abre la boca le atizan.
Sin embargo, parece que tales ataques sólo catapultan su popularidad.
Se trata de un fenómeno de «efecto contrario», donde el golpeteo mediático, lejos de afectar al destinatario, lo hace más fuerte.
Ya lo vivimos en Tamaulipas en la campaña para Gobernador, lo vivimos en Reynosa con la doctora Maki… golpear a una persona vulnerable provoca el «efecto contrario». El ser humano es muy dado a apoyar a la parte más débil.
Estaba en cierta ocasión un tartamudo peleándose con otro sujeto en plena calle, de modo que se empezó a formar la bolita alrededor de ellos. El tartajoso era bravo, igual que su oponente, pero la gente empezó a ponerse de su lado y a decirle: «Eso, mi tarta». «Dale duro, mi tarta». Hasta que éste, molesto, dejó de pelear y les respondió a quienes lo apoyaban: «¡Ya-ya-ya pa-pa-párenle, ca-ca-ca-cabrones! Si po-por eso empe-pe-pezó el ple-ple-pleito».
De tal forma que golpear a López Obrador se ha convertido en un deporte de los medios fifís.
Dentro de poco, al ver que no hacen mella en su popularidad, van a buscar otra forma de atacarlo, porque son muchos los intereses que están en juego.
Ya están en la mira personajes como Carlos Salinas De Gortari, Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón, Vicente Fox, Reyes Heroles y una larga lista de insaciables empresarios de alto pedorraje que han evadido el pago de impuestos por décadas.
Repito que no soy chairo ni defensor de oficio de AMLO, pero lo que se está haciendo se tiene que hacer, de lo contrario, México se irá a pique.
Son acciones dolorosas, pero a la larga pueden dar resultados positivos.
Y nos quedamos con el refrán estilo Pegaso que dice: «Me extenúo, ave palmípeda de la familia Anatidae». (Me canso, ganso).