Al Vuelo/ Barbón
Por Pegaso
Andaba yo volando allá, sobre la estratósfera, desde donde veía cómo los candidatos de los distintos partidos políticos se desgañitaban tratando de convencer a la indiferente ciudadanía sobre las bondades de sus propuestas.
Pienso que si juntáramos todas ellas y las hiciéramos realidad, Reynosa estaría mucho mejor que Dubai, Tokio o Shangai juntas.
El próximo lunes, por cierto, daré a conocer en este mismo espacio quién es el feliz ganador de la codiciada presea El Pegaso de Oro.
La estatuilla que se otorga al candidato más lépero, se hará llegar en tiempo y forma de manera virtual a quien, sin ninguna duda, mostró la más florida, chimengüenchona y picaresca dicción. Estén pendientes.
Pero dejemos a un lado los candidatiles asuntos y analicemos un tema que cala hondo por las implicaciones que tiene.
Me refiero, por supuesto, al episodio que ocurrió en Oaxaca, donde una turba de delincuentes desarmaron y humillaron a un pelotón de elementos de nuestro Glorioso Ejército Mexicano.
Ya lo dije ayer. Para mí que antes de soltar sus armas les hubieran pegado un tiro a dos o tres y asunto arreglado. Así es como se hace en China y ha dado resultados excelentes.
Pero aquí es otra cosa. Los organismos de derechos humanos y la propia CNDH inmediatamente saltarían para condenar tan brutal y salvaje atentado.
Bajo el lema de que toda persona, sin importar quien sea, es inocente hasta que se demuestre lo contrario, se ha tergiversado el sentido de lo que deben ser los derechos humanos.
En Estados Unidos, a los criminales se les juzga y se les manda a la silla eléctrica. En México, si se les llega a detener, a las pocas horas salen tras soltar un billetón o aprovechar las enormes lagunas legales.
En China no quieren andarse con tecnicismos y prefieren aplicar la Ley Zombie: Darle un balazo en la cabeza al narcotraficante, al asesino o al violador para que ya no siga haciendo más daños a la sociedad.
Hay una frase que me encanta: «Los derechos humanos son para los humanos derechos». Ese debe ser el espíritu que guíe a la CNDH y a toda la ristra de organizaciones que sólo sirven de parapeto a los criminales.
No lo digo yo. Lo dice el Jefe Ciego.
El barbón personaje, ícono de la derecha mexicana, sugiere que no nos andemos por las ramas y proporcionemos al Ejército Mexicano instrumentos legales que les permitan actuar en defensa propia cuando un grupo hostil llegue a amenazarlos, como ocurrió en Oaxaca.
«Las imágenes que recientemente se han difundido a través de los medios de comunicación y que le han dado la vuelta al mundo donde se aprecia que un grupo violento de civiles detiene y somete a una docena o dos docenas de militares, que los despoja de sus armas y de todas sus pertenencias, que los humilla y los ultraja y los deja como rehenes que para ser liberados se exigía que a los criminales les devolvieran las armas que previamente se les habían incautado, es una imagen que no podemos permitir que se repita constantemente»,-dice el Jefe Ciego al iniciar el mensaje que fue transmitido por Mileño.
Más adelante dice que la soldadesca debe contar con las garantías para que puedan cumplir con su deber, puesto que lo que ocurrió no es un ultraje a un grupo de militares, sino a toda una nación.
El tema está en discusión, tanto en las más altas tribunas del país como en las calles y pláticas de café.
¿Qué se debe hacer?
Si se les permite a los soldados disparar en defensa propia contra grupos hostiles, inmediatamente los grupos de derechos humanos saltarán indignados.
Por el contrario, si les dan una cachetada en una mejilla y ponen la otra, como pasó, saldrán los grupos conservadores a darse golpes de pecho diciendo que es un ultraje y una vergüenza.
Habría que buscar la justa medianía. Yo proveería a los mílites, aparte de sus armas de cargo, de instrumentos no letales como los que se usan en otros países avanzados, llámense espumas, balas de goma, redes, chorros de agua o descargas eléctricas.
Y si eso no llega a funcionar, todavía nos queda el recurso de la Ley Zombie, como en China.
Termino mi colaboración de hoy con el refrán mexicano estilo Pegaso: «Cesadas las funciones vitales del cuadrúpedo canino, concluyó la hidrofobia». (Muerto el perro, se acabó la rabia).