Empleados del INEGI También Corren Riesgos…
ENFOQUE.
Por: Juan Gilberto Banda.
Sobrepoblación.
Dentro de todo el maremágnum de información que ha circulado con respecto al COVID 19, hay un tema que se ha quedado perdido: la sobrepoblación mundial ocasionada por padres irresponsables que traen hijos al mundo en cantidades mayores y que por lo mismo luego no están preparados ya no digamos para educarlos sino para proporcionarles la más elemental alimentación, lo que pone de manifiesto que los programas de control de la natalidad les vienen guangos. Por las calles de nuestra ciudad hemos visto a las «marías», ahora en plan de malabaristas con un pequeño cargando a espaldas y dos o tres chamacos más a un lado, como para todavía conmovernos.
La verdad, es muy triste esa situación y no hemos visto intervención por parte de las autoridades, que en este caso sería el DIF. Debería la autoridad o el DIF recoger a esos niños como una prevención de que contraigan males, incluido el coronavirus que nos ataca actualmente, y sobre todo para que reciban la adecuada alimentación hasta en tanto la madre encuentra una ocupación que le permita hacerse cargo de los menores. Sé que suena crudo dejar a una madre sin sus hijos, pero en los países desarrollados eso es lo que hacen, aunque allá el problema es otro: madres víctimas de las drogas no atienden a sus hijos y obliga al estado a intervenir, pero aquí en México nada se ha hecho al respecto. Ya tenemos muchos problemas y se está a tiempo de evitar otro más. Y siguiendo con los conflictos, mis lectores seguramente habrán notado que los encuestadores del INEGI andan realizando su trabajo a la buena de Dios.
No les entregaron los adminículos más elementales para andar realizando su trabajo en medio de un posible contagio, como mascarillas, guantes, y gel antibacterial. Si el INEGI posterga unos meses su actividad censal, no pasa nada.
Los encuestadores son también vulnerables a todo tipo de contagio, y encima de ello está el problema de que no todo mundo los recibe con los brazos abiertos, primero, porque hicieron circular por las redes sociales la versión de que había delincuentes disfrazados de encuestadores que llegaban a los domicilios no propiamente para censar sino para basculear. La versión cundió pues ya sabe usted amigo lector, somos muy propensos a creer las noticias falsas.
Aparte de ello está también la recomendación de mantener una distancia de metro y medio de cualquier persona y por si fuera poco tienen que ingresar a la propiedad para fijar la calcomanía y no todos están dispuestos a aceptar entrevistas y no les abren las puertas, de ahí que el INEGI, en un acto de sentido común debe postergar sus actividades hasta que pase la contingencia que ya ocasionó en México el deceso de cuatro personas y lleva más de 450 personas afectadas. Está complicándose mantener a control la pandemia. La economía, esa sí que está destrozada y las señales que hay por delante son bastante lúgubres.
El presidente ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR recomendó al Banco de México se retire del mercado de cambios, esto es, que no le meta dinero bueno al malo como lo sería el mantener a flote al peso. Dice el presidente que ese dinero mejor debe emplearse en apoyar a la gente pobre que vive del ingreso diario como el vendedor informal que está totalmente indefenso ante la pandemia, sin servicios sociales ni médico, y por si fuera poco al no salir la gente a la calle no hay consumidores y el informal depende de ellos. Toda una encrucijada tiene ante sí el gobierno de la Cuarta Transformación.
Más si deja solo al peso para ayudar a los pobres, es una medida de entrada racional y por lo mismo positiva, pero al quedar nuestra moneda a la deriva se va a despegar mucho la paridad con el dólar lo que a la postre va a ocasionar aumentos en los precios de los productos tanto básicos como los no muy indispensables dado que México importa una buena parte del maíz y el frijol que aquí se consume, así como el pollo y carne de res y puerco.
Eso es en lo referente a la comida, en lo industrial se importan grandes cantidades de gas. Con decirles que son millones de litros diarios, como también se importa gasolina y esta se paga en dólares.
Entonces, ese es otro problema y la verdad no quisiera estar en los zapatos de quien tiene que tomar esta decisión: ir al rescate del peso o auxiliar a los pobres. De lo que no hay duda es que no hay dinero para las dos cosas.
Por si fuera poco, la recesión está en puerta, pero no le hemos puesto atención porque en este momento lo que nos preocupa es no ser contagiados por el COVID 19 y eso nos va a traer distraídos hasta fines de abril próximo.
Mayo ya nos sacudirá con la dura realidad, pero bueno, con que Nuestro Padre Celestial nos permita salir ilesos de esta contingencia nos damos por bien servidos, lo material es preocupación de los que están acostumbrados a vivir bien. A ellos les pegaría duro que el peso se deslizara frente al dólar, sus gastos suntuarios disminuirían y aunque en apariencia no debiera ser problema despojarse de lo innecesario, en la práctica ya hemos visto que es todo lo contrario.
Los pobres van a seguir siendo pobres, de ahí que el gobierno tiene que pensar en ellos para evitar sufran perjuicios en su alimentación. En ese mundo no se está pensando cuando van a ir a Europa, a los Estados Unidos o darse una relajada en Cancún o en Los Cabos.
Tampoco es preocupación que no puedan adquirir el vehículo último modelo o pagar colegiaturas de los cada vez más caros colegios particulares. Nada de eso es mortificación en el mundo de los pobres, de ahí que tengo la punzada que, con todo y los efectos de la pandemia y el estado crítico de la economía nacional, finalmente el presidente López Obrador va a salir fortalecido ante los pobres.
Los fifís y los fifuruchos, esos son sus enemigos y ya con un odio africano, o jarocho como dice la gente de por aquí, fobia que se reforzará por los males que resentirán en sus estatus económicos, pero lo que es los pobres, como ya lo dije, seguirán siendo pobres.
El gobierno, ya lo verá usted cómo le va a echar los kilos para que la canasta básica no contenga menos cantidad de alimentos.
Pero los pobres no deben seguir a pie juntillos los malos ejemplos que da el presidente López Obrador al no suspender sus giras y seguir en contacto directo con la gente, como ya lo dije en otra ocasión: si él quiere contagiarse, muy su decisión, pero, aunque lo infecten eso no lo llevará al extremo de su fallecimiento. Él cuenta con servicio médico de primera las 24 horas del día y su eventual enfermedad, de darse, ocasionaría muchos problemas políticos.
Los fifís y los que arremedan serlo estallarían de júbilo ante la posibilidad de recuperar el poder, pero a como se están viniendo las cosas pocas posibilidades tendrían de lograrlo, aunque en el intento muchas dificultades causarían, de ahí que resulta inexplicable que AMLO se siga exponiendo al contagio.
Es una actitud irresponsable e inaceptable en el presidente por todos los problemas que causaría el que se enfermara. Y por hoy, BASTA.