AL VUELO/ P.I.N.C.H.E.
Por Pegaso
¡¿Quihúbole?! ¿No se los dije? Hace poco menos de un año, en una colaboración que se publicó en este prestigioso medio de comunicación bajo el nombre de «Priendejos» hacía yo mención de que el P.R.I. estaba obligado a cambiar de nombre, logotipo, estatutos y dirigentes, si es que quería seguir vigente en el escenario político nacional.
Como ocurrió en las tres anteriores ocasiones, ese instituto político tuvo que reinventarse desde casi cero.
Primero, cuando en 1928 el Presidente Calles, emanado de la Revolución, propuso la creación del Partido Nacional Revolucionario (P.N.R.).
Con la ruptura entre los generales Calles y Cárdenas, surge nueve años después el Partido de la Revolución Mexicana (P.R.M.).
Fue con la llegada de los civiles y la retirada de los militares que en 1946 nació el actual Partido Revolucionario Institucional (P.R.I.), que tuvo su primera crisis grave en el 2000, cuando perdió la Presidencia de la República ante el Partido Acción Nacional (P.A.N.), y la demoledora y definitiva derrota de julio del 2018, a manos del Movimiento de Regeneración Nacional (MO.RE.NA.).
Recientemente, al más alto nivel, en el P.R.I. ya se está tomando muy en serio una cuarta renovación.
Una de dos: O los dirigentes priístas leyeron mi columna, o me he convertido en un profeta chingón, como Los Simpsons.
¿No me lo creen? Pues aquí les presento parte de la columna que pergeñé el día 15 de agosto del 2017, a la que llamé: «Priendejos». Nomás pa’ que se den un quemón:
«Andaba yo volando… etc., etc., etc…
El P.R.I. dejó de ser el partido hegemónico de México en el 2000, cuando ganó la Presidencia de la República el botarate panista Vicente Fox y luego con el enano físico y mental de Felipe Calderón. La nueva Docena Trágica, dirían algunos.
Y aunque Peña Nieto no canta mal las rancheras, la verdad es que se ha convertido en el principal enemigo de su partido.
Por ese mismo motivo yo llegué a pensar muchas veces-¡iluso de mí!- que los militantes del Revolucionario Institucional no permitirían que siguiera adelante. No con las mismas mañas, hábitos y costumbres.
Decía yo en una colaboración anterior que el P.R.I. necesitaba renovarse o morir. Hasta propuse que cambiara de nombre, logotipo, colores y gente, a ver si así la raza podría confiar un poquito más en ellos.
Recordemos que el P.R.I. ya ha pasado por eso al menos en dos ocasiones y una tercera no parecía tan descabellada.
Sugerí algunos nombres que quedarían ad hoc para que los altos jerarcas o las mismas bases escogieran de entre ellos.
Aquí los recordamos:
-Partido Ecléctico, Democrático, Obrero, Racionalista, Revolucionario y Ortodoxo (P.E.D.O.R.R.O.).
-Partido Salinista Democrático (P.S.D.).
-Partido Vamos por Más (P.V.M.).
-Partido Institucional del Nuevo Cambio Heroico y Épico (P.I.N.C.H.E.).
-Partido Único del Pelón Ojete (P.U.P.O.).»
Hasta aquí reproduzco la parte profética de la columna.
Creo que Nostradamus, el Apocalipsis, la Ouija, el Tarot, el Brujo Mayor, Walter Mercado y Los Simposns se quedan pendejos ante mis dotes adivinatorias.
Es más, me atrevo a adelantar cuál será el logotipo que utilizará el nuevo P.R.I., sea cual sea el nombre que finalmente decidan adoptar.
Por principio de cuentas, dejarán de lado los colores de la bandera. El diseño central será un ovoide con dos círculos a ambos lados, en la parte superior.
Podrían tener algún tipo de problema legal, si Disney los acusa de plagio, pero pueden zafarse al manifestar que no se trata de tres círculos, como en el logo de Mickey Mouse, sino de un ovoide y dos círculos.
Por lo demás, los próximos días serán cruciales para el que fue, por más de ochenta años el partido político más poderoso de México.
Vámonos con el refrán estilo Pegasiux que dice: «Con toda posibilidad será idéntica hembra de Felis familiaris, sin embargo, se caracterizará por su tornatilidad». (Va a ser la misma gata, nada más que revuelta).