AL VUELO/ Fake

Por Pegaso

Aquí, sentado en mi nubecilla viajera, veo, leo y escucho cómo las Fake News se han vuelto cosa de todos los días.

Las noticias falsas llenan casi todos los espacios de la Internet y saltan hacia los medios convencionales disfrazadas de verdades.

Dice el conocido adagio que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad y eso lo vemos a diario.

Veía yo, por ejemplo, en WhatsApp, cómo alguien de un grupo de chat sobre Astronomía subió una imagen de una galaxia llamada Rosetta, la cual tenía una semejanza pasmosa con una calavera.

Muchos cayeron en esta Fake News, que resultó ser un hábil montaje.

Ayer mismo salió a la luz la publicación en medios convencionales de que dos asteroides amenazan a La Tierra para una fecha anterior a esta Navidad.

Algunos empezaron a persignarse, otros a poner en paz su alma en las iglesias y otros bromeando sobre dicho acontecimiento.

Sin embargo, no sucederá nada y el mundo seguirá dando vueltas, como siempre. Muy seguido pasan asteroides cerca de la trayectoria de nuestro planeta, y por “cerca” quiero decir a muchos miles de kilómetros, así que por lo pronto no tenemos cerca programado un Armaggedon, como en la película homónima (Armaggedon, 1998; con Bruce Willis, Ben Affleck, Liv Tyler y Billy Bob Thorton; Dirección de Michael Bay).

Como dice aquel gran filósofo, Arjona, “el problema no es que mientas, el problema es que te creo”, y una falacia revestida de verosimilitud puede engañar hasta al más avispado.

Yo siempre recomiendo que pongamos en duda todo lo que vemos, escuchamos o leemos en Internet.

La red, definitivamente, es un instrumento muy valioso y vino a cambiar el mundo como lo conocíamos hasta la década de los noventas, pero también nos ha convertido en una sociedad más crédula, donde todo nos tragamos como verdad.

Esto lo puedo ilustrar con una fábula que dice así: Había en una ranchería un individuo huraño, poco sociable que se dedicaba a labrar la tierra. Cuando regresaba a su casa, sólo quería descansar, así que se quedaba largas horas recostado sobre su mecedora en el porche.

Pero todos los días pasaban por su calle los alumnos de una escuela cercana, que solían tirarle piedras para despertarlo y después salían corriendo hasta perderse de vista.

Cansado de la situación, el sujeto esperó al día siguiente y cuando el primer pillastre intentó arrojar la piedra, se levantó rápidamente y les dijo: “Para que dejen de molestarme les voy a decir un secreto. Allá, en el recodo del río se aparece un gigantesco monstruo de siete cabezas. ¿Por qué no van a tirarle piedras a él?”

Los chamacos se retiraron sin molestarlo, pensando tal vez que el tipo estaba más loco que una cabra.

Sin embargo, rato después vió que los chiquillos caminaban con paso apurado rumbo al río.

-¡Bah! Estos niños tontos se lo creyeron,-pensó.

Momentos después vio que pasaban varios hombres y mujeres hacia el mismo lugar y les preguntó con curiosidad: “¿Hacia dónde van?“

Ellos le contestaron: “Dicen que hay un monstruo en el río y queremos ver cómo es”.

El individuo se quedó pensando: “¡Cómo es de crédula la gente!¡Mira que pensar que puede haber un monstruo en el río!”

Pero la gente siguió pasando, y pasando, y la duda empezó a anidarse en su cerebro, hasta que finalmente dijo: “¡Qué carajos! ¿Y qué tal si es cierto?” Y se dirigió al río esperando ver al monstruo de siete cabezas.

Así pues, no hay que creer todo lo que se dice en las redes sociales y en los medios convencionales de comunicación, sino que debemos seguir el principio establecido hace más de tres siglos por René Descartes mediante la Duda Metódica.

Termino mi colaboración con el refrán estilo Pegaso: “¡Procede a transmitirme una falacia, personaje de cuentos de hadas construido por Gepetto”. (¡Miénteme, Pinocho!)

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