AL VUELO/ Preocupación
Por Pegaso
En la vida solo hay dos cosas de qué preocuparse: Si estás sano o si estás enfermo.
Si estás sano, no hay de qué preocuparse, pero si estás enfermo, solo hay dos cosas de qué preocuparse: Si vives o te mueres.
Si vives, no hay de qué preocuparse, pero si mueres, sólo hay dos cosas de qué preocuparse: Si te vas al cielo o si te vas al infierno.
Si te vas al cielo, no hay de qué preocuparse, y si te vas al infierno, vas a estar tan ocupado saludando a todos los cuates que ni tiempo vas a tener de preocuparte.
Lo mismo pasa con el COVID-19, hoy en día.
Se acerca la temporada invernal y nos preocupamos porque no sabemos si la pandemia va a empeorar o a permanecer con bajo perfil cuando se junte con las enfermedades respiratorias de la temporada, como la influenza estacionaria o la influenza AH1N1.
Aquí, solo hay dos cosas de qué preocuparse, si usamos el cubrebocas o si no lo usamos.
Si lo usamos, no hay de qué preocuparse, ya que no nos va a entrar o se le va a dificultar al virus de temporada llegar hasta nuestras vías respiratorias.
Pero si no lo usamos, seguramente nos va a cargar el payaso.
Desde mi muy limitada perspectiva de técnico laboratorista clínico, pienso que normalmente, en años anteriores, cuando no acostumbrábamos usar el tapabocas durante la temporada invernal, a lavarnos las manos, a usar gel antibacterial y a conservar la sana distancia, lo más seguro era que cayéramos enfermos por lo menos una o dos veces, dependiendo de la fortaleza de nuestro sistema inmune.
Ahora, si seguimos tomando todas esas medidas, el COVID-19, la influenza estacional y el AH1N1 nos van a hacer los mandados.
¿Qué cómo estoy tan seguro?
Bueno, yo sí pasé por la escuela. Pero además, conozco el modo de transmisión de virus y bacterias, que siempre es por contacto con terceros o con superficies y alimentos contaminados.
Si logramos mantener la sana distancia, ya vamos de gane. Si no nos quitamos el cubrebocas, ya vamos de gane. Y si seguimos usando gel antibacterial o sanitizante para desinfectarnos, las posibilidades de contagio son menores.
Luego, entonces, tenemos la posibilidad de bajar la morbilidad tanto del COVID como de las enfermedades respiratorias propias de la temporada invernal.
Ahora que, si los conspiranoicos tienen razón, el coronavirus ya ha cumplido o está a punto de cumplir el cometido para el cual fue diseñado: Deshacerse de varios millones de diabéticos, hipertensos, viejitos y cancerosos, que causan enormes gastos a los sistemas de salud de los países.
Por ejemplo, si no fuera por tanta persona que se ha llevado el COVID-19, el IMSS, el ISSSTE y los servicios Médicos de PEMEX no tardarían mucho en colapsar, ante la inmensa carga económica que representan los jubilados y pensionados, cuya inmensa mayoría están enfermos de algo.
Qué casualidad que la virulencia del COVID vaya menguando conforme se acercan las elecciones para la Presidencia de los Estados Unidos.
La manipulación política de este tipo de situaciones es una de tantas formas que tienen los gobiernos poderosos de controlar a la población a su antojo.
A la fecha, la gran mayoría de los habitantes del planeta Tierra seguimos con un profundo miedo ante un virus tan agresivo y prácticamente letal para los grupos más vulnerables.
Mientras tanto, El Trompas se prepara para dar el zarpazo y reelegirse por segunda ocasión al frente del Gobierno norteamericano.
Así que tendremos ante nosotros algo más de qué preocuparnos: Si se reelige o si no se reelige El Trompas.
Va el refrán estilo Pegaso: “¡Madruguete!-comunicó la hembra primate”. (¡Matanga!-dijo la changa).