AL VUELO/ Loco
Por Pegaso
Cuando escuché la noticia de que Manuel “El Loco” había muerto, se me pusieron los pelos de punta, me dio un patatús, un telele y un tamafat, todos juntos, porque habría un vacío de poder que no tardarían en pelearse a muerte las veintemil tribus de que está compuesta la Cuarta Transtornación.
Luego me aclararon que se trataba de Manuel “El Loco” Valdez y como que me tranquilicé un poco.
“El Loco” Valdez fue un personaje que hizo época en el cine, radio y la televisión. Hermano de Germán Valdez “Tin Tan” y de Ramón Valdez “Ron Damón”, alternó con incontables figuras de talla nacional e internacional en sus muchas películas y programas que lo hicieron famoso.
Sin embargo, el mayor logro, por lo que es reconocido universalmente, es por haberle arrimado el camarón al bombón que en aquel entonces era Verónica Castro.
De ese acostón salió el “Gallito Feliz, Feliz, Feliz, me dicen a mí, a mí, a mí…”
A tantos años de distancia y por más que me rebano el seso, no alcanzo a comprender cómo demonios le hizo un tipo tan feo para que la ojiverde reina de la belleza accediera a darle su tesorito.
Una de tres: O la amenazó con una pistola, o le dio un menjurje, o la Vero estaba bien pendeja.
Le pasó, pienso, lo mismo que a las adolescentes que formaban el harén de Sergio Andrade, que los padres en vez de ver un peligro veían el símbolo de billetes.
Y como en su tiempo “El Loco” era muy popular, hasta lo feo se le perdonaba.
Era tan feo, tan feo, que cuando nació, su mamá dudaba si quedarse con él o con la placenta.
Cuando finalmente su mamá dio a luz, el doctor le dijo: Señora, lo siento, hicimos lo que pudimos, pero ni modo, el niño nació.
De pequeño era muy peludo. Un vecino le preguntó una vez a su mamá: Oiga, ¿a su hijo lo parió o lo tejió?
Ya de grandecito era tan poco agraciado, que cuando la gente se le quedaba mirando, les daba las gracias.
Su papá le ataba un pedazo de carne en el cuello para que el perro jugara con él.
Una vez se metió a trabajar a una tienda de animales y la gente no dejaba de preguntar cuánto costaba él.
Tan feo era, que la única vez que su papá pidió que se sentara en sus piernas fue cuando lo condenaron a morir en la silla eléctrica.
La familia Valdez era una familia de feos.
“Tin Tan” tenía que disfrazarse de pachuco para que no lo reconocieran en el barrio.
Por su parte, “Ron Damón”, aunque más feo que un coche por debajo, tenía su pegue.
Ya ven como “La Bruja del 71” le quería tronar los huesitos, y poco faltó para que le volara la vieja al “Profesor Jirafales”.
Los tres ya colgaron los tenis. Feos y todo, nos han dejado un importante legado de comicidad que todavía hoy disfrutamos.
Sea esta, pues, una apología a la feldad de “El Loco” Valdez, quien a pesar de su carencia de gracia supo conquistar el corazoncito del pimpollo que fue en su tiempo Verónica Castro, hoy, más cirujeada que Michael Jackson.
El Jefe de Redacción de este prestigioso portal insistió en elaborar el refrán estilo Pegaso. Ignoro el motivo, pero aquí está: “Pues tu persona no emite de manera defectuosa sonidos guturales melodiosos de género campirano”. (Pos tú no cantas mal las rancheras).