AL VUELO/ Voto
Por Pegaso
Luego de mi vuelo vespertino me puse a hojear las páginas de Internet a ver qué nuevo meme o video viral salió a la luz pública, pero sólo encontré referencias a las mañaneras de ALMO, a la rifa del avión donde no se rifará el avión y a su eterna lucha contra los infames, execrables, inicuos, malignos, diabólicos, maléficos, pérfidos, perversos, protervos, ruines, viles y díscolos fifís.
Lo confieso. Yo no soy ni fifí ni chairo, sino que por mi profesión de periodista estoy obligado a situarme en el justo medio.
Alguno de mis dos o tres lectores, me han hecho observaciones de por qué critico a nuestro Uey Tlatoani en esta gustada columna y yo les contesto: “Pues porque voté por él, cabrón”.
¡Tal es el poder del sufragio!
Y fíjense. En los últimos tres o cuatro días el Pejidente se ha sacado de la manga esa ingeniosa respuesta, cuando algún fifí le hace un reclamo: “¿Y tú por quién votaste?”
Si le responde que por el PRI o por el PAN, dice que entonces se tienen que aguantar.
Pero si, como Brozo o como Pegaso, decimos que votamos por él, entonces se queda calladito, porque así se ve más bonito.
Dicha estratagema me hace sospechar que ALMO es uno de mis dos o tres lectores, porque yo tengo varios meses diciendo que las observaciones que hago a su gobierno están respaldadas por la calidad moral de haber votado por él.
Como muchos otros mexicanos, de los más de cincuenta millones que le dimos nuestro voto, yo ya no estoy tan seguro de que se están haciendo las cosas como mejor convienen al país.
Sí. Hay que combatir la corrupción hasta disminuirla a su mínima expresión, porque la verdad es que ningún país del mundo está libre de ella.
Sí. Hay que ser austeros, pero no hasta el grado de ser miserables y dejar que se mueran los enfermos por no querer gastar en medicamentos.
Sí. Hay que ser tercos para sostener y defender nuestros puntos de vista cuando son benéficos para la mayoría de los mexicanos, pero no para imponer credos personales.
Porque a final de cuentas, el Pejidente no es ni un mesías, ni un ser superdotado, ni un santón ni un iluminado. Es nuestro gato y punto.
Un servidor público es eso. Un servidor, un sirviente. Alguien que está obligado a trabajar para beneficio de su patrón.
En este caso, el pueblo es el que lo contrató y las elecciones fueron sólo un método para ponernos de acuerdo con respecto a quién queríamos que nos sirviera. A quién le pagarímos un buen salario para que hiciera cosas buenas por nosotros.
Y aquí y en China, el que manda es el patrón.
Un método tan arcaico como el de mano alzada entre el infeliciaje no garantiza una buena decisión. Es necesario buscar el punto de vista de intelectuales, líderes de opinión, periodistas, artistas y otros actores de la vida política y social del País para sumarlos al sentir del ciudadano.
Por eso, quienes dicen que critico a ALMO están equivocados.
No se trata de críticas, ataques o consignas en contra de nuestro sui géneris mandatario, sino que mis comentarios tienen el propósito de que corrija sus errores y pueda guiar a la República por senderos menos escabrosos.
Por tal motivo seguiré dándole salutíferos consejos, esperando que éstos lleguen a caer en tierra fértil, no en duro yermo.
Posdata: Estoy pensando en tomar un vuelo próximamente. ¿Alguien sabe si ALMO también viajará en el mismo avión?
Va el refrán estilo Pegaso: “Permanece con sus pequeños signos vitales y balanceando el apéndice caudal”. (Está vivito y coleando).