AL VUELO/ Casinos
Por Pegaso
Andaba yo volando allá, por el rumbo del bulevar Morelos, donde veía en la nochecita cómo algunas personas trabajaban arduamente en acondicionar y amueblar lo que será un lujoso casino de juego, que me dicen que es propiedad de un tal JR.
No sé si eso sea cierto, pero la verdad es que la proliferación de casinitos pequeños ha venido a empeorar aún más la situación de nuestra sociedad.
Porque, a diferencia de los grandes casinos tipo Las Vegas, las casas de juego sólo sirven para despelucar a las viejitas e incautos, y nada aportan a las ciudades donde operan.
Por el contrario, los grandes casinos son generadores de divisas, porque atraen al turismo internacional y además, parte de las utilidades, por ley, deben quedarse en la comunidad.
Sé que inversionistas norteamericanos, precisamente de Las Vegas, estaban interesados en revivir aquel proyecto de instalar casinos en por lo menos veinte ciudades mexicanas, entre ellas, Reynosa.
Sin embargo, los últimos hechos sangrientos de Chihuahua y el estado de sitio que prevalece en Nuevo Laredo, los han asustado.
Siendo capitales tan volátiles, las empresas gringas de juego no invertirán un solo centavo si continúa la situación de inseguridad en México.
Existe ya interés en la Cámara de Diputados por desempolvar la iniciativa de casinos, pero no ayuda la política del avestruz que ha implementado el Gobierno Federal, es decir, de esconder la cabeza en el suelo ante el grave problema que representa la violencia de los grupos narcoterroristas.
Y si alguno de los grandes empresarios de Las Vegas ya tenía en el morral sus quinientos millones de dólares para construir un megaresort con casino en Cancún, Los Cabos, Acapulco o Reynosa, lo más probable es que se haya patraseado, al ver que los delincuentes hacen y deshacen, ante un Gobierno Federal que no sabe cómo confrontarlos.
O tal vez están esperando la incursión del Gobierno gringo con sus soldados altamente especializados en combate al terrorismo, con armas de última generación, equipo táctico y de inteligencia.
¿Qué pasa con los casinitos pequeños que hay casi en cada esquina? Todo el día está lleno de viejillas viciosas, que no tienen otra cosa más que hacer, o se aburren en su casa cuando el viejón anda en el trabajo. Van, se meten a las maquinitas y salen casi sin chones, para volver al día siguiente y así, sucesivamente. A la adicción a los juegos se le llama ludopatía, y en ciudades como Las Vegas, Montecarlo o Macao los casinos destinan una cantidad para atender las complicaciones que causa.
La diferencia es que los grandes casinos del mundo ofrecen el plus del lujo y el esplendor, de tal forma que no cualquier hijo de vecina puede entrar, porque los precios son elevados. Por eso están destinados más al turismo internacional que a la broza del barrio o a las viejitas.
Va, pues, el refrán estilo Pegaso: “Actividad lúdica de miembros superiores es equivalente a actividad lúdica de ruines”. (Juego de manos es juego de villanos).