Al Vuelo/ Mapache
Por Pegaso
Andaba yo volando allá, cerca de la Playita, donde se ubica la estación de bombeo de COMAPA, ya que me habían dicho que los fuertes vientos provocaron una falla en las instalaciones eléctricas y como consecuencia, parte de la ciudad se quedó sin el servicio de agua potable.
Pero no fue así. Por chistoso que esto suene, fue un mapache el que provocó el desperfecto. De inmediato surgieron los primeros memes en las redes sociales donde se decía que el animalejo en realidad era el personaje que aparece en las películas Guardianes de la Galaxia 1 y 2, así como en Avengers, Infinity War y Avengers, Endgame, llamado Rocket, un mapache alterado genéticamente, amigo de Groot y enemigo de Thanos.
Hubo quienes quisieron ver el lado negativo al señalar que el sistema es vulnerable a situaciones como esta y que en la práctica un solitario mapache puede generar todo un caos en la ciudad por falta de agua.
Yo digo, sin embargo, que los mapaches son criaturas relativamente inofensivas, de hábitos nocturnos y extremadamente curiosos. Se les conoce también como zorros lavadores por su costumbre de lavar sus alimentos antes de consumirlos.
Lo que pasó, hasta donde se puede suponer, es que el mamífero se coló en las instalaciones y tocó algún componente eléctrico, provocando un corto circuito y haciendo que se botaran los fusibles.
Afortunadamente todo quedó en eso, los trabajadores de COMAPA le echaron ganas y ya por la tarde se había restablecido el servicio.
Mapaches hay que hacen más daño.
Me refiero, por supuesto, a los electorales.
Durante muchos, muchos años, operaron para «lavar» los sucios procesos electorales. Tenían en sus manos todo el sistema electoral del país, hacían y deshacían a su antojo, y la pretendida democracia quedaba sólo en funesta simulación.
Veo con cierto optimismo que los viejos mapaches electorales se han convertido en una especie en extinción, al abrirse la alternancia y al popularizarse las redes sociales.
Ahora es más difícil manipular los resultados de una elección.
Por supuesto que se puede, porque la misma tecnología va dando también nuevas herramientas para cometer los fraudes, aunque ya es menos descarado.
Antes, el ciudadano llegaba a la casilla y había un pelao que le indicaba: «Vota por la banderita».
Y cuando esos rústicos métodos no funcionaban, se utilizaban otras técnicas, como el embarazo de urnas, el ratón loco y la compra de votos.
Hoy se habla de algoritmos que aportan a los candidatos favorecidos fracciones ínfimas de votos que a la postre redundan en una gran diferencia, debido al volumen de sufragios que se manejan.
Por consiguiente, ahora debemos hablar de cibermapaches, complementados por boots, trolls y todo un mundo de criaturas virtuales que pueden voltear en la vida real el resultado de una elección.
Va el refrán estilo Pegaso: «Por ese motivo nos mantenemos en tal estatus». (Por eso estamos como estamos).