AL VUELO/ Pedorro
Por Pegaso
Estaba el diputado pedorro un día dando una conferencia de prensa en el hotel Grand Premier de Reynosa, cuando…
Mejor no le sigo, porque luego van a decir Jis y Trino que les fusilé la entrada de su jocosa tira cómica El Santos.
La verdad es que la presencia del diputado Norroña vino a imponer una fascinante moda relacionada con la capacidad de emitir flatulancias-
En la supradicha rueda de prensa llamó alcaldesa pedorra a la Presidenta Municipal de Reynosa, y la respuesta de gran parte de la sociedad fue condenatoria.
No lo bajaban de misógino y gandalla en las redes sociales.
Pero la mejor respuesta vino de la propia aludida.
Le dijo tres cosas, tres:
La primera, que si se refería a alguna emanación corporal, ella, como doctora que es, le garantizaba que su tracto digestivo funciona adecuadamente.
La segunda, que si lo había dicho como una manifestación de misoginia o chocarrería, que hiciera bien en fijarse que en Reynosa se trabaja en los valores de la familia y que tales expresiones no abonan a la urbanidad y a la rectitud del lenguaje oral.
Y la tercera, que estaría mejor que en lugar de criticar venga con billetes para que ayude a Reynosa a salir de su gran retraso.
Así le contestó la Alcaldesa, recordando quizá las épicas batallas que sostuvo con sus pares de la izquierda cuando fue diputada federal y senadora.
Luego, en un video que subió a sus redes sociales, Norroña, a quien en lo sucesivo conoceremos como «el diputado pedorro», intentó explicar el por qué de la palabra utilizada ante los medios de comunicación de Reynosa.
Dijo que se expresó de dicha manera porque en su rancho su abuelita siempre decía, cuando se descomponía la plancha y ya no servía más: «¡Pinche plancha pedorra!», o cuando la licuadora se destartalaba: «¡Pinche licuadora pedorra!» y a todo le decía pedorro cuando ya no servía más, como si se tratara de un sinónimo de la palabra inútil.
Pero como dije, logró imponer moda.
Eva Reyes, por ejemplo, colgó un bonito letrero en su cuenta de facebook que dice: «Buenas noches, pedorros y pedorras y a todos los habitantes de Pedorrolandia mis mejores deseos…»
Gracias a él, ahora los que vivimos en Reynosa tendremos un nuevo gentilicio. En lugar de Broncos o Caleros nos llamarán Los Pedorros de Reynosa.
Por otra parte, si alguien quiere revivir el equipo de beisbol o el equipo maleta de futbol de tercera división, tendrán que cambiar su apelativo, para estar actualizados.
El debate generado en torno a su peculiar, florida y folclórica forma de expresarse ha permeado a todos los estratos socioeconómicos de Reynosa y la región.
Ayer por la mañana vi a un chamaco en la calle a quien estaba llamando su abnegada madrecita para que fuera a comprar las tortillas. Y el rapazuelo le contestó: «Mamá, eres una pedorra».
Pronto veremos en las aulas que los estudiantes murmuran a espaldas de sus maestros diciendo: «El profe fulanito es un pedorro».
Y en las fábricas, cuando el supervisor apura a los trabajadores para que acaben con el ensamble de algún aparato: «Mira, sutanito es un pedorro».
No sé si Norroña acostumbra utilizar el mismo léxico en los debates de la Cámara de Diputados, o cuando hace una propuesta legislativa y se dirige así a sus iguales: «Pedorros miembros de este pedorro cuerpo legislativo, vengo a proponer una pedorra iniciativa para ponerla a su pedorra consideración…»
Y después de esta pedorra disertación, venga el pedorro dicho estilo Pegaso: «El legislador emite frecuentes flaltulancias y tu persona proporcionándole semillas de la planta Phaseolus vulgaris». (El diputado es pedorro y tú dándole frijoles).