AL VUELO/ Vampiros
Por Pegaso
Corría el año de 1938.
Tras una serie de movimientos laborales de los trabajadores petroleros en busca de un aumento salarial y mejores condiciones de trabajo, las empresas norteamericanas, inglesas y holandesas, 17 en total, que chupaban con toda impunidad y desvergüenza la riqueza del subsuelo mexicano, se encontraron con la férrea decisión del Presidente Lázaro Cárdenas.
En un artículo escrito por José Rivera Castro, Catedrático de la Universidad Autónoma de México llamado «La Expropiación Petrolera, raíces históricas y respuesta de los empresarios extranjeros», se da cuenta del ambiente caldeado que se vivía desde finales del siglo anterior.
Compañías de otros países no pagaban impuestos y otorgaban sueldos de hambre a sus empleados mexicanos.
Después de la Revolución, el Gobierno mexicano se vio en la necesidad de reglamentar la explotación del petróleo para que los consorcios extranjeros pagaran impuestos.
Los propietarios, pertenecientes a las más rancias familias de aquellas naciones, entre ellas, la corona británica, reaccionaron con furia y promovieron respuestas diplomáticas condenatorias de sus respectivos gobierno.
Por esos años surgió el sindicato petrolero, el cual empezó a exigir un pago más justo e hizo valer el derecho a huelga.
Por intervención de Tata Lázaro, finalmente se levantó el paro y entraron en negociaciones. Las pobrecitas compañías, que llevaban ya varias décadas succionando el valioso líquido, decían que no contaban con suficiente capital para atender las demandas de los obreros. Hubo un laudo de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje en el cual se demostraba que los beneficios obtenidos por las 17 empresas gringas, inglesas y holandesas era muy superior a las exigencias de los trabajadores.
Al negarse sistemáticamente las compañías a pagar impuestos y a cumplir con el pliego petitorio del sindicato, el Gobierno cardenista no tuvo más remedio que aplicarles la quebradora, decretando la expropiación del petróleo.
Eso ocurrió el 18 de marzo de 1938 y agarró a los gabachos por sorpresa.
Siguieron días, años y meses de gran tensión por la presión de las compañías para que se les indemnizara.
En aquel tiempo, el Gobierno Mexicano se vio forzado a cumplir con las exigencias de los insaciables vampiros transnacionales.
Un artículo de El Universal señala que con joyas y gallinas se pagó la deuda de la expropiación.
«El 18 de marzo de 1938, el Presidente Lázaro Cárdenas declaró nacionalizada la industria del petróleo. México contrajo una deuda que sobrepasaba las posibilidades de pago del gobierno. Fue necesaria la contribución del pueblo. Sin dilación, toda la sociedad hizo caso del llamado. Las escenas de las donaciones fueron conmovedoras»,-dice el artículo.
Se veían mujeres, indígenas y hasta niños que llevaban su cochinito para aportar a la causa.
Hoy, en la llamada «Segunda Expropiación Petrolera», las condiciones son muy diferentes: Ya no son las compañías extranjeras las que están chupando como voraces mosquitos la sangre que emana del subsuelo, sino funcionarios de la misma empresa nacional, PEMEX, los líderes del sindicato y las bandas de la delincuencia organizada.
En un mensaje que se difundió vía Facebook, se pide sólo paciencia al pueblo en lugar de dinero o bienes para seguir adelante en la lucha contra el robo de hidrocarburos.
Dudo mucho que la señora se quiera desprender de su pantalla de 60 pulgadas donde ve su burronovela, o que el chamaco quiera aportar su videoconsola de juegos, o que el viejón se deshaga de su smarphone con Facebook y Wasapp ilimitados, pero por lo menos sí deben tener un poquitín de comprensión hacia la lucha que emprendió el Peje en contra de las ratas colas pelonas que se roban el combustible.
En la rueda de prensa de ayer en la mañana, el Pejidente admitió que sí tiene miedo por tantos intereses que está afectando, pero aseguró que no es cobarde.
Yo siento que espera una respuesta similar a la que obtuvo Cárdenas en su momento: el blindaje del pueblo, lo que posiblemente consiga si se toma en cuenta que en algunas encuestas el 79% de la población mexicana, entre chairos y no chairos, apoyan la lucha contra el huachicoleo y ese monstruo de mil cabezas que es la corrupción.
He dicho.