AL VUELO/ Pánico
Por Pegaso
Mi vuelo de anoche estuvo tranquilo.
Nada del otro mundo.
Para llegar a mi búnker tuve que sortear una balacera por allá, en el rumbo de las Cumbres donde varios individuos, supongo que de grupos contrarios, se estaban dando hasta por debajo de la lengua.
En mi camino ví a un sinnúmero de gasolineras cerradas, casi cien de ellas, a las que Petróleos Mexicanos ha cancelado su contrato porque no justificaron la compra legal del combustible que vendían.
Así que en Reynosa sólo están funcionando unas veinte, o algo así.
Debemos acostumbrarnos a hacer cola ante las estaciones de servicio abiertas, no las mismas kilométricas filas, pero sí tendremos que esperar turno para que nos despachen.
Y repasando los acontecimientos del pasado fin de semana, siempre que ocurren ese tipo de cosas, cuando el pánico hace presa de nosotros por una circunstancia impensada o repentina, me trae a la mente la vieja fábula que tiene su origen en La India pero que yo he adoptado a nuestra región para su mejor comprensión y dice más o menos así:
Un viejón estaba sentado bajo un mezquite, en la brecha que comunica al ejido Las Anacuas con la zona urbana de Reynosa.
De pronto, vio que se venía acercando el fantasma de La Peste, así que la detuvo y le dijo:
-Peste, ¿a dónde vas?
Y la peste le respondió: Voy a Reynosa, a matar a cien personas.
El rústico se quedó meditando sobre el significado de esas palabras.
Horas después miró pasar en sentido contrario a una muchedumbre que venía huyendo, así que paró a uno de ellos y le preguntó:
-¡Hey, amigo! ¿Por qué vienen corriendo de esa manera?
-Venimos huyendo de La Peste. Ya ha matado a más de veinte mil personas, hombres, mujeres y niños.
Pensativo, observó cómo se alejaban a toda prisa.
Ya por la noche vio que venía el fantasma de La Peste de regreso, luego de causar tanto estrago y lo cuestionó de nuevo:
-¡Peste!¿Por qué mentiste? Dijiste que ibas a Reynosa a matar a cien personas, pero mataste a más de veinte mil.
Y le contestó La Peste:
-Efectivamente, ejidatario amigo. Yo sólo maté a cien. El Pánico mató al resto de ellos.
Y se marchó caminando impasible.
El ex gobernador Manuel Cavazos Lerma gustaba de contar esa fábula cuando ocurrió El Error del ’94 y todo mundo entró en pánico por las cuantiosas pérdidas económicas que ocurrieron y la posterior crisis económica, de la cual, sobra decir, todavía no alcanzamos a salir.
Solamente que Cavazos Lerma lo contaba con un sabio que estaba debajo de una encina, en un camino de La India.
Pero la idea es esa, como decía El Chapulín Colorado.
Va el refrán estilo Pegaso: «El sentimiento de pánico jamás cabalga en equino cuadrúpedo de la familia Asinus). (El miedo no anda en burro).