AL VUELO/ Osito
Por Pegaso
Luego de mi vuelo vespertino allá, cerca de la ionósfera, me puse a revisar los videos virales más recientes, y me encontré con muchos de ellos en donde se evidencía el robo de mercancía por parte de empleados de la empresa Bimbo.
No sé si alguno de ellos llegó a darse cuenta que en la mayoría de los expendios donde dejan el producto existen cámaras de videovigilancia que los pueden estar grabando durante sus fechorías, pero de que los cacharon en la maroma, los cacharon.
Lo cierto es que en los últimos días las redes sociales se han visto inundadas de casos de repartidores ratas que se apropian de varios gansitos, chocorroles, panquecitos, donitas, negritos y toda la comida chatarra que les pueda caber en las bolsas del pantalón o de la chamarra.
Me imagino que no son para su propio consumo, sino que los venden entre familiares o conocidos.
Incluso, yo en algunas ocasiones miraba con extrañeza cómo en plena calle había un camión repartidor donde un empleado ofrecía a los transeúntes y automovilistas paquetes baratos de golosinas.
El Osito Bimbo resulta afrentado por la serie de robos a baja escala, de acuerdo con los videos que muestran la actividad de sus desleales empleados.
Uno de ellos subió un video a las redes que también se hizo viral, por estar relacionado con el tema de moda, donde se deslinda de ese tipo de prácticas.
«A mí no me metan, yo no hago ese tipo de cosas»,-dice muy ufano, y al final se ve donde saca un Pingüino de su chaleco y lo coloca en la charola.
¡Ya me imagino los corajes que pasará el magnate de los panecillos, Roberto Servidje, propietario del Grupo Bimbo!
Desde su fastuosa mansión habrá montado en cólera cuando se enteró del robo hormiga que hacen sus trabajadores.
«¡Agarren al ladrón!»,-diría el que está considerado como uno de los hombres más ricos de México, causante de la muerte de miles de personas a causa de la diabetes y la obesidad.
Los bajos salarios (Bimbo no se caracteriza precisamente por pagar bien a su gente) y la facilidad de esconder los paquetes entre la ropa, pienso que son factores para que el robo hormiga a esa y otras empresas, como Marinela, ocurran con demasiada frecuencia.
Sin afán de justificar tal conducta delictiva, veo que se ha convertido en una especie de ley de compensación para cientos, o quizás miles de repartidores que están en la chilla por el encarecimiento de la vida y los paupérrimos sueldos.
Los dejo con el refrán estilo Pegaso que a la letra dice: «¡Recupera reminiscencias de mi persona!» (¡Recuérdame!)