AL VUELO/ Fácil
Por Pegaso
Volando sobre el caluroso cielo de Reynosa, recordaba yo algunas de las frases más escuchadas en las delegaciones de policía y en los centros de reclusión.
Una que me llama la atención porque refleja toda la idiosincracia, todos los vicios y todos los traumas del mexicano es la siguiente: «Se me hizo fácil».
Para los periodistas que cubren la fuente policiaca es muy común escuchar esas palabras de boca de los delincuentes de baja monta que son sorprendidos y llevados a chirona.
-¿Por qué lo hizo?-le preguntan a uno de ellos los cumplidos agentes del orden.
-No, pos se me hizo fácil,-contesta el pelafustán.
Cuando el dueño de una vivienda que ha sido saqueada por los amigos de lo ajeno va a presentar la demanda, y si se logra dar con el responsable, la pregunta de cajón siempre es: ¿Por qué se metió a robar? Y la respuesta siempre es: «Se me hizo fácil».
Otro individuo que fue atrapado luego de violar a una mujer, dirá ineludiblemente cuando le inquieran sobre el acto consumado: «Se me hizo fácil».
Esa frase siempre sale de la boca de quien delinque. Chéquelo.
Vaya usted a cualquier ergástula y pídale a un policía que cuestione al ladrón, al violador, al narcotraficante, al defraudador. No podrán dejar de pronunciar: «Se me hizo fácil».
O haga el siguiente experimento, para que vea que desde chiquillos son vivillos los futuros delincuentes: En un lugar donde haya chamacos jugando al futbol o cualquier otra actividad física, en algún parque de barrio o plaza pública, haga como que deja su celular olvidado en una banca (Nota de la Redacción: Se recomienda que si va a hacer este bonito y divertido experimento sea con un teléfono inservible, pero llamativo).
Ocúltese en un lugar cercano para que no lo puedan detectar, y verá cómo ni tardo ni perezozo algún rapazuelo llegará hasta el teléfono y lo tomará, mirando para todos lados.
Si usted va y le pregunta por qué se llevó el aparato, no lo dude que le va a contestar: «Es que se me hizo fácil».
En países civilizados, como Corea, Japón o Finlandia, es inconcebible que pasen ese tipo de cosas.
Los delitos como el robo, la violación, el contrabando y otros, son escasos.
Y si alguien deja una cosa de valor en un lugar público, ahí permanecerá hasta que el dueño pase a recogerlo, así sean días o semanas.
Esas personas tienen bien colocado el chip que les dice: «Si no es tuyo, no lo tomes, porque es de alguien más».
En México a todo el mundo se le hace fácil realizar acciones reprochables o ilegales.
Lo traemos en la sangre. No podemos simplemente dejarlo porque es un estigma. Traemos instalado el chip de lo fácil.
Quiero dejarles esta reflexión en mente porque estaré fuera de la ciudad algunos días, gozando de unas maravillosas y ¿bien merecidas? vacaciones de verano en paradisíaca playa al lado de mi Pegasita.
Los dejo ahora con el refrán estilo Pegaso: «Malhechor dedicado a sustraer objetos ajenos cuenta con secular amnistía». (Ladrón que roba a ladrón, tiene cien años de perdón).